Cuando las manzanas acarameladas se deshacen.
Martin J. Goodman
Traducido
por Mar�a Jos� Bermejo
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Noche de Bonfire, 5 de noviembre, aniversario de la Conspiraci�n de la P�lvora de 1605 en la cual se hacen grandes hogueras donde se queman mu�ecos del conspirador Guy Fawkes. Oxford English Dictionary.
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El ni�o se hurg� en la nariz para limpi�rsela, despu�s se frot� sus ojos con sus nudillos. De pie, desde el rellano, observ� como la limpieza hab�a arrasado con su habitaci�n.
- "�Oh, Malcom!", dijo su madre que hab�a subido las escaleras, tapando con su dedo �ndice la boquilla de una gran lata rosa que humeaba una nube de fragancia hacia el techo, como los gases. Se apresur� en alcanzarlo.
- "No te esper�bamos tan pronto."
Una m�scara de gas le tapaba su voz. Hace a�os le hab�an dado una para jugar pero nunca la hab�a visto enfadada llevando una.
Su madre baj� el spray y rompi� contra sus mu�ecas la goma de sus guantes de l�tex amarillos. Rascaba el suelo con sus nudillos , doblando las piernas e inclinada desde la cintura. Su arrastrar de pies ganaba velocidad seg�n se iba aproximado a la ventana, donde se puso de nuevo de pie. Todo lo que hab�a recogido por el camino, los trapos y papeles de la existencia del ni�o, tomaron vida en el cielo por un momento. Las mangas de la camisa flotaron como un fantasma antes de caer.
-"Bien hecho cari�o", escuch� como su padre le dec�a.
Malcom fue hacia la ventana y mir� hacia abajo pero su padre no lo vio.
Este hab�a agachado su cabeza y los mechones largos que normalmente cubr�an su cabellera le tapaban su rostro. Sopes� un buen fajo en los dientes de su rastrillo, para luego abandonarlo entre los rosales al final del jard�n.
Malcom observ� como su padre desenroscaba una lata de gasolina.
-"�Qu�tate del medio!", le refunfu�o su madre y mientras esta hablaba el cuerpo del muchacho sali� volando, golpeando su cabeza contra la pared.
-"�Es culpa tuya!", le dijo su madre antes que pudiera empezar a llorar.
- " Ten�as que haberte movido. No pod�a apuntar contigo en medio."
Su madre asom� para ver el colch�n en el camino de abajo.
El chico hab�a tenido suerte. El colch�n pod�a hab�rselo llevado consigo en vez de empujarlo para un lado. Ese era el problema de Malcom, nunca sab�a cuando ten�a suerte. Lo dej� acurrucado en el suelo y regres� a la entrada . En un par de paseos hab�a sacado la alfombra, aunque no sus manchas.
-"�Qu� estas haciendo?", le pregunt�.
Era una pregunta afable as� que ella la ignor�.
Ella estaba a gatas, enganchando su escoba debajo de su cama para sacar m�s desperdicios a la luz. La escoba traqueteaba hasta que logr� alcanzar todo lo de alrededor de las paredes y hasta que no hubo nada debajo de la cama, despu�s barri� todo a trav�s de la habitaci�n y lo amonton� fuera de la ventana.
Su rostro era tan s�lo una silueta sobre el tel�n de luz azul. Cuando se dirigi� a �l, su pelo blanco hacia arriba por los tirantes de la m�scara de gas, florec�a como el humo.
Se quit� la m�scara y cogi� un paquete de cigarrillos del bolsillo de su delantal.
-"Este es el �ltimo", dijo ella.
Las palabras se escuchaban claramente ahora que no llevaba m�scara pero los a�os de tabaco hab�an dejado en su voz escofina. Se quit� los guantes de sus manos y mientras levantaba temblorosamente el cigarrillo hasta sus labios, lo encend�a con su antiguo encendedor de oro.
-"�Sabes por qu� fumo?"
Se agach� cerca de �l para que pudiera ver su cara. La goma de la m�scara hab�a succionado un largo anillo rojo alrededor de esta parecido a una segunda boca. Ten�a el rostro p�lido as� que el anillo era llamativo y parec�a estar gritando sus propios mensajes.
-"�Todos estos a�os? �desde que te hiciste caca en tu primer pa�al? Le compr� a tu padre una pipa y unos cigarros Sobranie. �l aport� su granito de arena, sin embargo no era suficiente. Necesitaba mi propio olor, necesitaba mi propia peste para que no se mezclara con la tuya. Ahora ya no la tienes, ya casi no tienes tu olor. Tu padre y yo estamos aprendiendo a respirar, ya no tendremos que fumar m�s."
Con el cigarrillo en la boca, dej� el encendedor en el alf�izar de la ventana, as� ten�a las manos libres para desenroscar la tapadera de la peque�a lata de gas para encendedores que estaba sosteniendo. Las gotas que cayeron sobre la piel del muchacho no le quemaron, estaban fr�as como el agua y su olor lo reanimaron. La mayor parte de las gotas cayeron en su ropa. Ella movi� el bote hasta que se vaci�. La camisa y los pantalones del �l se oscurec�an seg�n las manchas de l�quido iban creciendo . Cuando ella se levant�, la ceniza se desplom� de la cabeza del cigarrillo, flotando hacia abajo. �l observo como cambiaba de rojo a negro antes de que chocara con su manga.
Ella tambi�n lo observ�. A su Malcom lo proteg�a un �ngel de la guarda. Podr�a haber salido ardiendo pero, por el contrario, estaba un poco h�medo y emitiendo un nuevo olor. No sab�a lo afortunado que era.
Mir� fuera de la ventana y planeo el resto del d�a. Hab�a esperado una niebla batida como la de un noviembre de su infancia pero encontraba consuelo en este cielo azul, era como si hubieran limpiado el cielo con su trabajo.
Su marido estaba luchando contra el colch�n. Ella golpe� el cristal de la ventana con su u�a y le silb�.
-"�Tr�eme las tijeras!", le gesticul� con sus labios cuando estaba debajo y hizo como si se cortara los brazos con unas aprovechando que �l miraba hacia abajo boquiabierto.
-"�Las tijeras!"
-"�Las tijeras? �Quieres decir las tijeras? �Para qu� te van a servir las tijeras? No podr�s utilizarlas."
-"Entonces tr�eme un cuchillo."
Parec�a que estaba gritando pero s�lo se escuch� un hilo de voz.
-"�R�jalo abierto! � r�mpelo con tus manos!"
Sinti� un escalofr�o en la espalda y se agarr� al alf�izar de la ventana. Ten�a estos espasmos, rebeliones de su naturaleza amable, los cuales hab�an empezado con un malestar por las ma�anas y hab�an ido creciendo aceleradamente con su hijo, de feto a beb�, de beb� a ni�o. Ahora el ni�o estaba cambiando una vez m�s. Su sexualidad le molestaba. Su olor era pernicioso, rezumaba por las noches, iban a quemar su colch�n.
Ella no respondi� por un momento cuando su marido le habl�. El imagen de sus palabras la despertaron.
-"Ser� como nieve", dijo.
- "Nieve en noviembre, �qu� dir�n los vecinos cuando vean toda la espuma del colch�n flotando por sus jardines?"
Las nauseas se agarraron a su garganta, trag�ndoselas despu�s. La sangre bailaba bajo sus p�rpados mientras los apretaba fuertemente. Las manchas rojas la tranquilizaban como si de una vis�n se trataran y le daban la respuesta.
-"�Enr�llalo!" dijo.
-" ��talo con un cordel y ponlo en el centro! Eso mantendr� erguido el palo."
Su marido par� de observar boquiabierto cuando la entendi�. Ella observ� como cerraba su boca y se dirig�a tranquilamente al cobertizo ,despu�s llen� sus pulmones de aire procedente del exterior antes de volver a la habitaci�n.
-"�Deja de tiritar!" No era normal el modo en el que lo estaba haciendo el ni�o, con sus ojos abiertos como heridas.
-" No tiene sentido que te emociones as�. Faltan horas hasta que anochezca. �Conseguiste lo que te encargue?"
El muchacho empez� a hurgar en la bolsa que hab�a tirado. Su madre se la quit� y mir� en su interior.
-"Los has encontrado entonces", le dijo ella.
Fue darle el dinero y parti� en ese mismo momento, como si ir de compras fuera parte de su vida cotidiana. No era normal. Un chico como �l, que nunca hab�a salido de la casa, se hubiera perdido. No lo hab�an seguido, sin embargo all� estaba, no s�lo de vuelta sino tambi�n con exactamente lo que le hab�a pedido. Lo hab�a aprendido de su televisor, siempre tronando durante el d�a y resplandeciendo durante la noche, pero eso no era culpa del televisor.
El instinto de volver al hogar era una maldici�n especial de
Sac� el surtido de fuegos artificiales de la bolsa.
-"Son de la marca Standard", coment� Malcom y empez� a cantar "ilumina el cielo con fuegos artificiales Standard."
-"Esto no es Navidad, ni un cumplea�os, es la noche de Bonfire, no hay canciones para esta noche"
Lo pas� de lado cuando se dirig�a al cuarto de ba�o, comenzando este de nuevo con la cancioncilla publicitaria, as� que abri� los grifos para ahogar el sonido.
***
Le hizo salpicar pompas hacia arriba para que pudiera esconderse, despu�s lo dej� a remojo. Los ba�os de agua caliente eran una confusa bendici�n. Lo tranquilizaban pero la suciedad y el cabello tapaban el desag�e cuando sal�a del ba�o.
Estaba oscuro en el cuarto de ba�o. Malcom cerraba los ojos y observaba las luces zumbando dentro de su cabeza. Pisaba con sus pies en el fondo de la ba�era para conseguir que su cuerpo flotara, sin peso y caliente.
***
"�l se viste solo", dijo su padre, �Acaso no esta hecho ya un hombre?
Ella escucho el tono de plegaria y torci� su nariz con una sonrisa. Ambos pod�an atar sus espaldas al poste, padre e hijo, pero a los dos les faltaba el coraje para hacerlo.
Malcom encontr� su silla alumbrada por la luz que sal�a de la cocina. La se�al� y se ri�. Era una silla normal de madera, normalmente no muy graciosa, pero estaba acostumbrado a verla en una esquina de su habitaci�n. Hab�a salido al jard�n, el resto de su mundo se derrumbaba ahora.
-"�Esta muy alta!", dijo Malcom.
-"Es verdad", dijo la madre. "�Si�ntate en ella! �Se el rey del castillo!"
Hab�an decidido hacerlo de esta manera, convertir la noche en un juego.
Su padre lo gui� hasta la cima del mont�culo . La madera amontonada encima del colch�n era lo que quedaba de los muebles de su dormitorio, amontonados una vez cortados, pero �l no los reconoci�, por el contrario miraba la silla atada a un palo sobresaliendo del final de este.
-"�Vamos arriba!", le animo su madre." �Sube a tu trono!"
-"He puesto la escalera, �lo ves?"
Su padre se agach� para se�alarle los travesa�os.
- "Para que sea m�s f�cil."
Hubo un silbido en el cielo y despu�s se escucho un boom. Malcom no se sobresalto sino que se quedo quieto observando las flores rojas que explotaban en el cielo negro.
-"Como esta, mira."
Su padre subi� un par de escalones hasta que toc� con su mano una de las patas de la silla, despu�s bajo de nuevo sec�ndose de sus manos la manchas de gasolina. Malcom le sigui�. La escalera se mov�a con el temblor de sus piernas.
-"As� se hace", le dijo su padre desde atr�s.
-" Bien hecho."
-"� Por qu� dices bien hecho?"
Ambos, el hombre y el ni�o escucharon la voz de la mujer detr�s de ellos, bloque�ndoles la salida.
-"Por supuesto que no est� bien hecho, m�rale aferrado a la pata de la silla. �Alc�nzala Malcom! �S�bete en ella y si�ntate! No te puedes caer.� Si�ntate en tu trono como un peque�o rey! Tu padre te sujetar�."
La silla se tambaleo cuando la alcanz� y pareci� girar cuando se sent�. Vio su habitaci�n encima, no muy lejos de �l. Nunca hab�a estado tan alto. Mas flores reventaban en el cielo nocturno gritando y ahora �l estaba tambi�n ah�, en la misma noche negra. La cuerda estaba enredada, no muy apretada, alrededor de las patas de la silla. Su padre la escurri� por las piernas del muchacho y la apret� contra su pecho.
-"As� esta mejor", dijo su padre.
-"Ahora eres un astronauta. Envuelto c�modamente en tu arn�s puedes volar terriblemente r�pido ,sin agarrarte, y no te caer�s."
Malcom mantuvo sus manos levantadas, estirando sus dedos todo lo que pod�a.
-"Bien Malcom. Muy bien. Tienes que agarrar tus controles. Mira los tienes ah�."
Le hizo agarrar dos palos con las manos al muchacho, uno fino y de madera con una gran bola roja al final de este y el otro tan solo un alambre.
-"Son especiales para la noche de Bonfire. Este...- cogi� la mano del ni�o y la gui� hasta su boca- es para tu boca. Lo tienes que chupar.� Esta bueno, eh? Y este...
Malcom observo la luz de una cerilla tintando la cara de su padre de naranja, haciendo brillar las l�grimas que humedec�an sus mejillas.
-"�Es hermoso Malcom! � Mu�velo Malcom, mu�velo!"
Ella observaba desde la cocina a trav�s de la ventana cerrada para evitar que entrara el humo, observaba como �l hac�a girar la bengala en el cielo. Entonces la bengala se cay� tal y como ella supon�a. Su coraz�n se estremeci� pero esa fue la �nica sorpresa, el resto fue tal y como se lo esperaba, tal y como se lo hab�a imaginado todo. Escuch� el primer crujido cuando la pierna del hombre resbal� de la escalera, consecuencia en forma de chasquido de la madera ardiendo, de los silbidos y gritos de los cohetes disparados con fuego y sobre el jard�n, brillando con destellos y luego cayendo.
Su coraz�n lat�a m�s fuerte hasta que derrepente entablill�. El fuego hace que las cosas fr�giles se astillen. Se asombr� de lo obvio de todo esto mientras las astillas apu�alaban su cuerpo y la dejaban fr�a. Fue divertido, no lo hab�a esperado as�. Cre�a que todav�a estaba sentada en el taburete, r�gida, mientras que por el contrario su cuerpo se arrastraba por el fregadero y agudizaba su o�do para escuchar las voces del jard�n como si su cabeza rugiera en la sordera.
Los dientes del ni�o atravesaron la corteza del caramelo y se hundieron en la manzana de su interior. Era genial, genial. Lo apret� fuertemente contra su boca para verter su zumo puro por de su garganta. Pronto estuvo demasiado lleno para re�r cuando su silla empez� a elevarse. Qu� fuerte era el mundo de fuera de su habitaci�n. Qu� magn�fico era volar y asombrarse. Un cohete de color blanco estall� a lo lejos en la oscuridad, despu�s un estallido tras otro hasta que el cielo estaba todo color blanco manzana.
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